Colombia tiene un gran porcentaje de deforestación debido a la actividad ganadera, pues su cadena de suministro está atada a este tipo de actividad. Además, no existen formas para controlar el suministro desde las zonas más afectadas, las cuales incluyen hoy en día ecosistemas que ya están protegidos.
Un ejemplo de esto es la deforestación brutal que se realiza en el parque Nacional Chiribiquete, el cual cada año termina siendo más atacado por este tipo de actividad ilegal. Incluyen también una gran parte de las Zonas de Reserva Forestal (ZRF) y más parques naturales que el anterior mencionado.
Este tipo de actividad se llama praderización y tiene dos tipos: productiva y especulativa. La especulativa es la acción de reservar y apartar tierras que pueden ser usadas con distintos fines, como cultivo de coca, ganadería, entre otras actividades. La productiva va dirigida a generar pasturas que sirvan para alimentar a los animales y generar muchas más cabezas.
La situación es preocupante, ya que estos pastos que se generan para la alimentación de ganado cubren un 79 a 80% del territorio nacional destinado a la agricultura. Un 34,4% del área total de Colombia.
Si bien esta deforestación es causada también por los cultivos de coca, extracción de madera y minería ilegal, cabe resaltar que la ganadería es responsable de un 51% del total.
La situación se ha incrementado desde 2015, ya que los acuerdos de paz generaron un vacío de poder en la zona de la Amazonía especialmente, pues eran territorios ocupados por la extinta guerrilla de las FARC EP.
En teoría, el ganado que es alimentado en zonas de pasto prohibidas no debería pasar los controles de calidad que establece el gobierno. Por esta razón, comerciantes inescrupulosos realizan el “lavado de ganado”, el cual consiste en pasar animales criados en lugares no permitidos a otros que sí están avalados por las entidades gubernamentales.
Con esta técnica, fácilmente se pueden encontrar productos que han sido generados en zonas deforestadas en los mercados de Bogotá.
Otro tipo de lavado es sacar a las vacas y llevarlas a lugares donde se realizan subastas, aquí se combinan ganadería legal e ilegal de manera indiscriminada. De nuevo terminan siendo vendidas como productos finales en los mercados de la capital.
Existe un “arco de la deforestación” en Colombia, ubicado en la zona noroccidente de la Amazonía, entre Caquetá, Meta y Guaviare. Lugares en los cuales la presencia del estado sigue siendo muy débil, donde además el campesinado está viviendo en condiciones de pobreza.
Un dato importante es que el número de ganado creció de manera impresionante desde 2015. Hoy en día, se tiene certeza de que tenemos en Colombia al menos 28 millones de cabezas de ganado, una cifra elevada con respecto al consumo nacional.
Desde 2012, el consumo de carne de res ha disminuído en Colombia de forma continua. A final de este año el pico fue de 20,76 kg consumidos por persona, nunca volvió a llegar a este punto y a finales de 2021 llegó a 17,1 kg por persona.
Si bien esto ha llevado a que haya un descenso en la cantidad de animales asesinados para el consumo humano, en especial el nacional. Ha causado también que el costo a nivel nacional se siga elevando, pues la producción de este tipo de carne es muy costosa.
Y hay un dilema grande con respecto a este punto, ya que hay una gran parte de exportación de carne bovina a otros lugares del mundo, en especial a China y Medio Oriente. Eso hace que mucho ganado criado en zonas deforestadas ilegalmente termine dentro de barcos que van a suplir las necesidades de consumo de estos países asiáticos. Y en estos lugares no son para nada estrictos con respecto al origen de los animales.
Las cifras son las siguientes: en Colombia hay un censo de 28 millones de vacas destinadas al consumo humano, en 2021 se asesinaron 2,5 millones para consumo nacional, se exportaron 451 mil.
El problema es evidente, la praderización, cualquiera de las dos, está causando una deforestación excesiva y el gobierno no tiene la fuerza necesaria para intervenir en estos casos.
Aunque intentan de algunas formas controlar este fenómeno, no tienen la infraestructura ni el interés de los empresarios involucrados. Hay tres medidas principales para combatir esto: la trazabilidad, las medidas de control y las medidas de autorregulación.
En cuanto a la trazabilidad, se entiende que es la manera en la cual el gobierno en alianza con el ICA y Fedegan, tratan de analizar la cadena de producción de los animales que son asesinados en este comercio. Sin embargo, todas las entidades involucradas tienen sistemas que no han podido unificar, lo cual hace que los datos no sean concretos.
Las medidas de control tratan de motivar a las empresas que tienen ganado en zonas legales, para que así sean premiados de alguna manera en los mercados. El problema de esto es que no hay ningún tipo de castigo hacia quienes siguen haciendo este tipo de actividades ilegales, por lo que no hay ningún temor de parte de los perpetradores.
El gobierno ha intentado castigar a quienes hacen esta deforestación, pero se ha ensañado con los eslabones más débiles de la cadena, campesinos empobrecidos que viven en situaciones de pobreza, rodeados de grupos armados. Mientras que a las grandes empresas, quienes muchas veces incurren en estos delitos, ni siquiera se les investiga.
Esto ha ocasionado una desconfianza absoluta de la población hacia cualquier intervención del gobierno, lo que hace que el trabajo de trazabilidad y medidas de control sea muy difícil.
Por último, el tercer mecanismo para tratar de controlar este fenómeno, es a través de la autorregulación de las empresas. Algunas lo han estado haciendo, aunque no está claro cuál sería su ventaja de tener un producto de zonas de praderización legal con respecto a la ilegal.
En el documento de Dejusticia (Carne deforestadora)se hacen algunas propuestas para que esto pueda cambiar en un futuro.
Allí nos dicen que los consumidores tengan más información con respecto a los productos que están comprando, el daño que le pueden hacer al medio ambiente y los peligros que conlleva tener carne que no ha pasado por ningún filtro.
Que las empresas tengan la obligación de ser más estrictos con las medidas de control acerca del origen de sus productos. Y que así mismo, tengan incentivos económicos que les den una ventaja real frente a quienes no cumplen las normas.
Pero la realidad es que, en un país tan convulso como Colombia, estas medidas pueden llegar a tomar cincuenta años o nunca llevarse a cabo.
Las personas tienen derecho a consumir lo que quieran, eso está claro, pero de por sí están causando mucho más daño del que ya creen consumiendo productos que están arruinando las tierras. Mucho pero, que están devorando a los parques nacionales del país que supuestamente están protegidos. Y es muy poco probable que lleguen a demostrar algún tipo de interés sobre el origen de lo que comen, la humanidad jamás ha tenido esa iniciativa.
Las empresas sólo tienen interés en vender más y no se van a poner a disposición del escrutinio público, no sería nada conveniente para sus finanzas, que es lo único que les importa.
A veces no tenemos conciencia del verdadero poder que tienen nuestras decisiones, ni mucho menos de las consecuencias terribles que pueden ocasionar en el planeta.
El consumo de animales no le hace bien a nadie, está deforestando mucho más nuestro planeta, empobrece las zonas donde se cría el ganado, genera mafias, una inconsciencia de la población general. Además de no respetar en lo absoluto las vidas de otras especies.
Todos causamos daño con muchas de nuestras actividades cotidianas, pero si tenemos la opción de cada día reducir un poco más la huella dañina que le causamos al planeta, mucho mejor.
La mejor solución para este problema es la abstención de comprar este tipo de productos derivados del sufrimiento, golpeando a las empresas en su punto débil. La demanda está bajando, pero depende de nosotros tomar las decisiones que lleven a que cada día sea mucho más rápido.
Fuentes
https://www.dejusticia.org/presentamos-un-documento-sobre-carne-y-deforestacion-en-la-amazonia/